sábado, 25 de agosto de 2007

HACIA DONDE ESTÁ NUESTRO NORTE?

La educación, así como muchas de las cosas que nos rodean va a la par con la vorágine que a traído la globalización y este continuo cambiar de las concepciones del hombre y su sociedad. Es esta educación la que, hace 40 años atrás privilegiaba el actuar del profesor como un todopoderoso en el aula, la que ahora le ha dado el protagonismo al alumno, sin embargo, a pesar del cambio de la dinámica educacional, ¿Ha existido un vuelco en todos sus ámbitos? O siguen estancadas algunas antiguas costumbres... yo creo que aquí llegamos al caso de la evaluación... ¿Hacia dónde se dirige nuestro norte?
El profesor Santos Guerra, en su artículo “ Dime como evalúas y te diré que tipo de profesional y persona eres”, plantea una serie de aspectos que rigen la vida de un profesional docente y como éstas condicionan su actuar. Si es cierto, cuando el docente llega a trabajar a un colegio tiene que regirse bajos ciertas normas, las cuales condicionan su actuar en el aula y en el proceso evaluativo, ya sea por el tiempo que debe hacer clases o por las pautas evaluativas que tiene que seguir, el curriculum indica que materia debe pasar, no obstante el profesor, no pierde esa particularidad, de ser él el que confecciona la prueba o cualquier otro método evaluativo.
Santos Guerra menciona aspectos que son fundamentales en el quehacer del docente y que condicionan su actividad, estas son:
Las Concepciones del evaluador, a quienes se rigen por “ la naturaleza de la inteligencia”, destacando, principalmente las capacidades que tiene el alumno y no las que podría llegar a adquirir, relacionándose muy fuertemente con las clasificaciones de fracaso o éxito. Por otro lado, surge “ el proceso de enseñaza aprendizaje”, aquí se le da relevancia a la acción conjunta que puede tener el evaluador y el evaluado, ya que, ambos participan en este proceso. Por último, “ la naturaleza de la profesión” , se considera esta concepción como una mera entrega de conocimientos y su evaluación esta relacionada con la adquisición de los mismos por parte del alumno.
Las Actitudes del evaluador, primero, hacia su persona, responsabilizándose de los procesos educativos, puede surgir también una persona indiferente, la que considera la evaluación como una instrumento de poder y opresión. Segundo, es la actitud que presenta hacia las personas que evalúa, si predomina la evaluación como una arma de amenaza, tiende a transformar la convivencia, ya que el profesor al no abrirse ante las criticas, no se puede mejorar, ya que no hay reflexión, el proceso de enseñanza aprendizaje; esto suele estar muy acompañado a la situación que el profesor tiene la verdad absoluta. Como tercera actitud hacia los colegas, la evaluación en si es un hecho individual, tanto por regirse bajo las disposiciones del profesor, como para el alumno, ya que debe enfrentar individualmente su aprendizaje, por ejemplo en una prueba.
La evaluación se rige bajo ciertos principios éticos lo cuales no encierran solo procedimientos mecánicos. Se puede apreciar que nuestra sociedad tiende a clasificar o jerarquizar a los individuos que la componen, pero la evaluación como ya se mencionó no encierra solo algo técnico, la idea es recoger las diferencias sociales, económicas y culturales, para así llegar a una calificación racional y justa.
Las instituciones también tienen un rol preponderante ya que son calificadas como filtros sociales y es a través de ellas, donde se debe optar por la individualidad antes de la estandarización y competitividad. Por último no se debe olvidar el fin principal de la educación, el solo traspaso de conocimientos no sirve, las relaciones humanas y el desarrollo de aptitudes en la sala de clases son fundamentales dentro del actual sistema educativo. No obstante, este aspecto tiende a hacerse cada día más difícil ya que la evaluación, se considera más por lo que representa que por su uso, su utilidad, por ejemplo, un alumno que tenga una amplia gama de conocimientos, pero que llegado el momento de la evaluación se ponga nervioso o haya tenido problemas familiares y no obtenga una buena calificación, no será bien catalogado dentro de esta jerarquización social existente, ya que las notas, son su carta de presentación.
El texto de Santo Guerra, nos lleva a hacer una reflexión sobre el sistema en el cual dentro de poco estaremos inmersos y las complicaciones que incidirán en nuestro actuar, empero lo más destacable es el hecho de buscar juntos una forma de solucionar los resabios que quedan en el sistema.

2 comentarios:

Profesora dijo...

Estimada estudiante:
Observo que atendiste al texto, sin embargo tu análisis y reflexión es un poco superficial no atiendes a la lógica central del texto, se pierde la tesis del autor, dado que te detienes en cosas particulares. Te llamo a que leas nuevamente la guía de lectura crítica y comprensiva para tu próxima reflexión.
Tu nota es de 70 puntos.
Atentamente,
La profesora

Profesora dijo...

Estimados estudiantes:

A continuación les adjunto una propuesta de lo que podría ser un análisis crítico-reflexivo del texto de Santos Guerra, luego del cual ustedes pudieran haber agregado sus juicios personales, tan propios de nuestra disciplina.

Miguel Angel Santos Guerra (2003) en su artículo “Dime cómo evalúas y te diré qué tipo de profesional y de persona eres” parte revisando la práctica evaluativa actual. Al respecto plantea, en primer lugar, que el profesor actúa en un contexto que condiciona su práctica de evaluación; donde existen disposiciones legales, supervisiones institucionales, presiones sociales y condiciones organizativas que regulan la actividad evaluativa. A esto se suman los componentes básicos de la evaluación (comprobación y explicación de los aprendizajes); el valor de uso y el valor de cambio que le asignamos al conocimiento y una práctica evaluativa que potencia o debilita el desarrollo de capacidades intelectuales en los estudiantes según sea el criterio del profesor.

En el contexto de esta práctica evaluativa descrita anteriormente, Santos Guerra concluye que la forma de entender y practicar la evaluación permite deducir las concepciones teóricas que tiene el evaluador sobre la inteligencia, sobre el proceso de enseñanza y aprendizaje y sobre la profesión docente, por una parte; las actitudes que tiene el evaluador hacia sí mismo, hacia los evaluados y hacia sus colegas, por otra, y además es posible develar los principios éticos del evaluador sobre la realidad social, sobre la finalidad de la Educación y sobre la ética profesional.

Por último, el autor, termina su artículo proporcionando sugerencias para mejorar esta práctica. Propone someter la práctica a una crítica rigurosa, y a partir de esto orientar la investigación evaluativa cuyo fruto permita tomar decisiones para mejorar dicha práctica. Sin embargo, la mejora no será posible si no se mejoran primeramente las condiciones en las que se desarrolla dicha práctica. Esas condiciones no se modifican por arte de magia, pero los docentes como profesionales podemos iniciar el proceso.